¿Alguna vez te has preguntado qué es lo que realmente da valor a tus días? ¿Qué te mueve, qué te vincula con los demás, qué te permite seguir adelante incluso en los momentos inciertos?
No siempre es fácil encontrar una respuesta. A veces, aparece como una chispa que te sacude por dentro. Otras veces, como un susurro que te recuerda quién eres y qué es lo que realmente te importa.
No nos referimos específicamente a grandes acontecimientos o a eventos o planes espectaculares. A menudo, lo que aporta valor a nuestros días se manifiesta en lo cotidiano:
- Ese café a media tarde en la taza de toda la vida.
- La visita semanal de un hijo.
- Una canción que despierta recuerdos dormidos.
- Una risa compartida.
- Un gesto sencillo que susurra: “sigues siendo tú”.
- Cuidar de una planta o de alguien.
Son pequeños hilos que nos sostienen, nos acompañan y nos orientan en nuestro día a día. Funcionan como una brújula interior que, incluso en tiempos difíciles, señalan lo importante. En un mundo que cambia rápido y en una vida que a veces se torna impredecible, estos elementos tan trascendentales son lo que se conoce como fuentes de sentido.
Una mirada integral al cuidado
Desde Envita, sabemos que cuidar y acompañar a personas no es solamente atender a sus necesidades visibles: horarios, tratamientos y rutinas. Hay otra capa en los cuidados, a veces invisible, que es la que da sentido y significado a la vida diaria de las personas.
Inspirándonos en modelos integrales como el AQAL de Ken Wilber, ampliamos la forma de mirar, vemos que una persona es mucho más que sus datos o su salud física: es también lo que le inspira, lo que le une a otros, lo que le impulsa. Reconocemos su identidad, propósito, relación y trascendencia. Por eso hablamos de fuentes de sentido como los pilares que sostienen un proyecto vital, más allá de la edad o la situación particular de cada persona.
“En lugar de perseguir la felicidad por sí misma, deberíamos buscar activamente una vida de significado, una que esté tejida con hilos de pertenencia, propósito, trascendencia y narración de historias.”
Smith, E. E. (2017). El poder del significado: Forjar una vida que importe. The Crown Publishing, Massachusetts.
Tradicionalmente, las fuentes de sentido suelen agruparse en cuatro grandes dimensiones:
★ Crecer (aunque parezca que ya no)
Julia tiene 76 años y hace poco aprendió a usar videollamadas para hablar con su nieto que vive lejos. Cada vez que logra conectarse sola, sonríe con orgullo. “Nunca pensé que a mi edad estaría hablando por una pantalla”.
Aprender algo nuevo, superar una pequeña dificultad, crear, descubrir… La capacidad de crecer no desaparece con los años. La curiosidad, la libertad, la resiliencia y la creatividad siempre están. Como dice el dicho: “No te acostarás sin saber algo más”.
★ Contribuir (impactar el bienestar de otros, ayudar a otros)
Manolo siempre fue cocinero. Ahora, aunque ya no cocina, da consejos a quien se atreve a preparar un buen guiso. Sentarse a su lado mientras alguien remueve la olla es más que una conversación: es una forma de compartir lo que sabe y de seguir estando presente.
Todas las personas, en cualquier circunstancia, pueden aportar. Compartir una historia, enseñar algo, cuidar de otros, mirar con atención. Contribuir es sentir que nuestra presencia cuenta, aunque nadie lo diga. Es saberse parte activa de una historia que continúa.
★ Pertenecer (sentirte en tu sitio)
Carmen no suele hablar mucho, pero cuando se reúne con su grupo de amigas para merendar, se relaja. Aunque a veces solo escuche, siente que ese momento es suyo, que forma parte de algo. Basta con que la esperen antes de empezar, para saber que ahí es querida y tenida en cuenta.
Arraigarse, formar parte de una comunidad, sentirse seguro en un espacio compartido. La familia, la amistad, la vecindad, incluso los vínculos casuales, nos ofrecen un sentido de pertenencia esencial. Acompañar y ser acompañado. Habitar un lugar donde no hace falta explicar quién eres.
★ Trascender (conectar con algo más grande)
Cada domingo, Felipe va al parque con su cuaderno. No siempre escribe, a veces solo observa los árboles. Dice que ese rato le ayuda a “poner las cosas en su sitio”. Es su manera de estar en contacto con algo que lo calma, que va más allá del día a día.
La trascendencia se expresa en el deseo de dejar un legado, de transmitir algo valioso, de sembrar para el futuro. También puede manifestarse en la conexión con lo espiritual, con la naturaleza, con el arte, con aquello que permanece cuando todo cambia. Sentir que nuestra vida tiene un eco más allá de nosotros mismos.
Imaginemos, por ejemplo, a una mujer que quiere escribir su historia de vida para sus nietos, aunque aún sean pequeños. Quiere que, cuando crezcan, sepan lo que aprendió de la vida, lo que cree que merece ser cuidado, lo que espera que perdure. No lo hace por nostalgia, sino por amor y sentido de futuro. Es su manera de dejar una huella que perdure en el tiempo.
Cuidar y acompañar con sentido: lo que no se ve, pero sostiene
En Envita, nuestra convicción es clara: descubrir qué le da sentido al día de cada persona es la esencia para acompañarle con verdadero respeto y coherencia. Por eso, nuestra pregunta va más allá del “¿qué necesitas?”. Nos sumergimos en un “¿qué es lo que de verdad te importa?”, construyendo la respuesta a través del vínculo, la empatía y la profunda comprensión de cada historia de vida. No importa si tienes 18 o 98 años, si estás comenzando algo nuevo, cerrando un ciclo, o atravesando una transición. Lo esencial es no perder de vista aquello que te hace sentir pleno, presente, enraizado. Para nosotros, el acompañamiento con sentido es, en esencia, un cuidado que se basa en la conexión y el conocimiento.
Así, te invitamos a reflexionar, en este preciso momento de tu viaje, ¿qué es aquello que da sentido a tu día a día?
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