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Todas las personas tenemos una línea de vida. Comienza con nuestro nacimiento y se dibuja con los primeros recuerdos, casi siempre ligados a quienes nos ofrecieron cuidado y protección: una madre, un padre, una abuela o cualquier otra figura significativa.

Esa línea nos lleva de la mano por la infancia, atraviesa los años inquietos de la adolescencia, nos acompaña en la construcción de nuestra identidad adulta y, con suerte, nos sigue guiando en la etapa de la vejez.

Escribir sobre la propia vida no es solo un ejercicio de memoria. Es un acto de sentido, una herramienta de bienestar y un legado en construcción. Por eso, hoy queremos invitarte a explorar el valor de trabajar sobre la historia de vida. Porque recordar es vivir, pero escribir… es transformar.

Escribir para sanar, reencontrarse y dejar un legado

El primer día en el que hablamos con Teresa sobre la posibilidad de escribir su historia de vida nos miró sorprendida y aunque algo tímida fue respondiendo a las preguntas que le hacíamos…Pero con el paso del tiempo, cuando comprendió que esto era un momento de conexión y de compartir tiempo, esas reuniones se convirtieron en una experiencia apasionante.

Según nos cuenta Tania, su profesional de referencia, cuando tras el primer avance, se le consultó si quería escribir ella misma su propia historia utilizando el Cuaderno de Notas e Inspiración como guía, comenzó la magia. Primero escribió frases sueltas en cada una de las etapas, con el objetivo de no olvidarse… y, poco a poco, una Teresa más segura y conectada con su esencia fue emergiendo en cada página.

Escribir su historia no solo le ayudó a recordar. Le permitió reconocerse. Volvió a verse como esa mujer fuerte que supo reinventarse tras una pérdida, criar a sus hijos con dignidad, construir amistades duraderas y mantener la curiosidad intacta a sus 82 años.

La memoria autobiográfica: nuestro mapa interno para una vida con sentido

Todos sabemos que no recordamos de forma lineal, sino emocional. Nuestra memoria autobiográfica está organizada por núcleos temáticos (familia, trabajo, afectos, pérdidas…) y por momentos de alto impacto emocional. Eso explica por qué ciertos olores nos trasladan a la infancia o por qué un objeto puede activar toda una secuencia de recuerdos que creíamos olvidados.

Al escribir sobre nuestra línea de vida, con una estructura cronológica, ayudamos a que esos recuerdos dispersos encuentren un orden y un significado. Como explica la psicóloga Colette Daiute, “escribir sobre uno mismo permite integrar la experiencia, comprender los cambios y dar coherencia a la propia historia”. Es decir: reafirmar la identidad.

La ciencia también ha confirmado lo que intuimos al ver a alguien escribir sobre su vida: la escritura autobiográfica protege la mente y fortalece la identidad. Uno de los estudios más fascinantes en este ámbito es el conocido Informe de las monjas, liderado por el epidemiólogo David Snowdon. En él, cientos de religiosas de un convento en Minnessota, Estados Unidos, donaron no solo sus diarios de juventud, sino también su tiempo, su historia… y finalmente sus cerebros, para ayudar a entender mejor el Alzheimer. Más allá de los hallazgos sobre la importancia de la personalidad y el afecto positivo para mantener el estado cognitivo, nos quedan sus relatos de vida.

Entre estos relatos, destaca el de sor María Esther Boor, que a sus 106 años seguía escribiendo, moldeando cerámica y jugando a las cartas cada tarde. “Algunas veces me siento como si tuviera 150 años, pero acabo de decidir que no me voy a rendir”, dejó escrito en su diario. Quizás ese sea el secreto: contar nuestra vida no solo preserva la memoria, sino que también nos impulsa a seguir viviendo con sentido.

Atención Centrada en la Persona y Cuidados Narrativos - Blog Envita

Tu historia, tu horizonte

Empezar a escribir sobre uno mismo no siempre es sencillo, especialmente para quienes sienten que su vida no tiene grandes relatos que contar. Pero basta dejar hablar a la memoria para que emerjan historias valientes, cargadas de ternura, resiliencia y esos pequeños gestos que, sin hacer ruido, cambiaron su mundo… y el de otros.

Escribir sobre nuestra historia de vida es recuperar nuestra esencia como persona, es volver a contemplar los momentos para aprender más de ellos, para recolocarlos y para recordarnos quienes somos y cómo queremos vivir nuestro momento actual.

Y tú, ¿ya has empezado a escribir tu historia de vida?

“Contar tu vida no es mirar atrás, es decidir quién quieres seguir siendo. Porque mientras haya historia, hay horizonte”.

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