La Atención Centrada en la Persona (ACP) se ha consolidado como el modelo de referencia en los cuidados de larga duración. Sin embargo, su verdadera complejidad no está en comprenderla, sino en llevarla a la práctica. ¿Cómo se traduce en el día a día? En el reciente webinar organizado por Lares y Envita, Raúl Vaca y Lorena Jové compartieron un marco claro y aplicable: 10 claves esenciales que ayudan a transformar la filosofía ACP en acciones cotidianas. En este artículo las desarrollamos de forma sencilla y operativa, para que cada centro pueda avanzar en su propio proceso de transformación.
1. Dignidad, derechos y autodeterminación
Todo comienza con la mirada profesional. Cuidamos según la forma en la que miramos, y esa mirada puede dignificar o despersonalizar. La ACP nos invita a ver a la persona en su totalidad: con historia, valores, preferencias y capacidades, incluso cuando necesita apoyos.
La dignidad es el valor que tiene toda persona por el simple hecho de serlo, y el derecho a ser tratada con respeto, reconocimiento y autonomía. Implica valorar a la persona de forma incondicional; reconocer sus derechos supone recordar que la residencia es su hogar; respetar su autodeterminación significa acompañar sus decisiones, incluso cuando son pequeñas.
Aplicación práctica:
- Presentarse y llamar por su nombre.
- Informar antes de intervenir.
- Ofrecer elecciones sencillas.
- Detectar capacidades preservadas.
Como señalaba Raúl Vaca en el webinar:
“La ACP comienza con un clic: entender qué vemos realmente cuando miramos a la persona que cuidamos”
Esta clave está conectada con la escucha activa, uno de los pilares de la relación de cuidado y una mirada que desarrollamos en el artículo “Cuando cuidar es escuchar: claves del modelo de Atención Centrada en la Persona”, donde exploramos cómo la escucha transforma el significado del cuidado.
2. La Historia de Vida y el Profesional de Referencia
Conocer a la persona es el fundamento del cuidado personalizado. La Historia de Vida permite identificar lo que la hace única y lo que resulta significativo para ella. No es un documento, sino una herramienta viva.
El profesional de referencia transforma ese conocimiento en práctica diaria. Su función no es recopilar información, sino hacerla útil. De hecho, en “El profesional de referencia: una figura clave para humanizar los cuidados”, profundizamos en cómo esta relación sostiene la coherencia del cuidado y actúa como punto de apoyo para la familia y el equipo.
Aplicación práctica:
- Identificar 3–5 claves biográficas imprescindibles.
- Revisar periódicamente cambios y nuevas preferencias.
- Compartir información significativa con el equipo.
Un ejemplo sencillo: si Carmen, 88 años, siempre escuchó boleros por la mañana, respetar este hábito puede marcar el tono de su día y ayudar a que se sienta en su hogar.
3. El Proyecto de Vida y el Plan de Apoyos
La ACP no solo mira al pasado: acompaña el presente y le da sentido. El Proyecto de Vida recoge aquello que la persona desea mantener, recuperar o experimentar ahora. No hablamos de grandes objetivos, sino de las pequeñas acciones cotidianas que dan sentido al día a día.
El Plan de Apoyos convierte ese proyecto en acciones concretas y realistas: pequeñas rutinas, detalles personalizados, gestos que conectan con la identidad de la persona y mejoran su bienestar.
Aplicación práctica:
- Definir un objetivo significativo (ej.: sentirse útil, mantener una afición).
- Identificar apoyos pequeños y alcanzables.
- Revisar avances en reuniones breves de equipo.
Esta clave conecta directamente con el trabajo sobre el sentido de vida en la vejez, una dimensión que ampliamos en “Vidas con sentido: ¿qué me da alegría hoy?” donde reflexionamos sobre la importancia de los pequeños gestos que aportan propósito en el día a día.
Un pequeño objetivo puede tener un gran impacto: “Ayudar a poner la mesa una vez al día”, “Cuidar una planta”, “Elegir la merienda”. Lo importante no es la magnitud, sino el sentido.
4. La actividad significativa y los vínculos
Las actividades no son un entretenimiento: son una forma de cuidar desde el significado. Una actividad es significativa cuando conecta con la identidad, el rol o el bienestar de la persona. Un comentario sobre una foto, una canción compartida o un recuerdo espontáneo pueden generar momentos de bienestar profundo.
Aplicación práctica:
- Incorporar actividades que refuercen la identidad.
- Fomentar vínculos entre profesionales y residentes.
- Utilizar las conversaciones como parte del cuidado.
Como explicaba Lorena Jove:
“Las conversaciones nacen del vínculo y permiten cuidar con coherencia hasta el final”
5. La participación de la persona, familias y allegados
La ACP es un proyecto compartido. Involucrar a la persona en la toma de decisiones (siempre que pueda) y dar un papel activo a las familias fortalece la coherencia del cuidado.
Aplicación práctica:
- Buscar momentos naturales de participación (elección de ropa, comida, rutinas).
- Compartir información positiva con la familia, no solo incidencias.
- Contar con familiares en actividades significativas o en la validación del plan de apoyos.
Cuando la familia se siente parte, la persona también se siente más acompañada.
6. Hogarización y Unidades de Convivencia
Para que el centro sea un lugar para vivir, y no solo para recibir cuidados, es necesario avanzar hacia la hogarización: espacios más pequeños, que transmitan calidez, rutinas flexibles y relaciones estables.
Las Unidades de Convivencia facilitan este cambio: grupos pequeños (15-25 personas) donde se generan vínculos más fuertes y una sensación de hogar. Este enfoque lo desarrollamos con más detalle en “Todo sobre las Unidades de Convivencia: normativa, humanización y organización”.
Aplicación práctica:
- Personalizar habitaciones con objetos significativos.
- Adaptar horarios a preferencias individuales.
- Fomentar rituales cotidianos: el café compartido, la música del mediodía, etc.
Un espacio acogedor y cercano facilita vínculos, autonomía y bienestar.
7. La integración comunitaria
La vida de una persona no empieza ni termina en el centro. La ACP propone mantener el vínculo con el barrio, la comunidad y los espacios significativos de la persona para reforzar el sentido de identidad y pertenencia.
Aplicación práctica:
- Salidas breves con sentido (mercado, plaza, panadería, iglesia).
- Colaboraciones con escuelas, asociaciones o comercios.
- Espacios comunitarios dentro del centro (exposiciones, actividades abiertas).
Un paseo de 10 minutos por una calle conocida puede despertar recuerdos, conversación y bienestar.
8. La cultura organizacional
Para que la ACP sea sostenible, debe integrarse en la cultura del centro. Esto implica liderazgo, coherencia y una forma común de entender el cuidado.
Aplicación práctica:
- Reconocer públicamente los cuidados bien hechos.
- Incorporar espacios breves de reflexión en los turnos.
- Simplificar procedimientos que interfieren en el trato humano.
- Alinear decisiones organizativas con los valores del modelo.
Cuidar a quien cuida es esencial para sostener esta cultura. En “La sobrecarga del cuidador: pequeños hábitos que pueden ayudarte” exploramos cómo el bienestar profesional afecta directamente a la calidad del acompañamiento.
9. Una cultura libre de sujeciones
La ACP promueve una atención que respeta la libertad, la dignidad y el movimiento. Reducir sujeciones requiere comprender causas, ofrecer alternativas y acompañar emocionalmente a la familia.
Aplicación práctica:
- Analizar qué intenta comunicar la persona con su conducta.
- Aplicar soluciones individualizadas (actividad, compañía, entorno adaptado).
- Explicar a la familia riesgos y beneficios con transparencia.
- Registrar alternativas y resultados.
Una cultura libre de sujeciones no es ausencia de riesgos, sino presencia de acompañamiento.
10. La Planificación Anticipada de decisiones o cuidados
La ACP acompaña a la persona hasta el final de la vida, respetando sus preferencias incluso cuando ya no pueda expresarlas. La planificación anticipada permite que los deseos y valores de la persona sigan guiando las decisiones incluso cuando ya no pueda expresarlas.
Es una conversación delicada, pero profundamente humanizadora, que desarrollamos en “Planificación anticipada: una conversación necesaria para cuidar y vivir mejor”.
Aplicación práctica:
- Conversaciones tempranas y sencillas sobre preferencias.
- Registrar voluntades y revisarlas cuando sea necesario.
- Incluir a la familia en el proceso de forma respetuosa.
- Asegurar que estas decisiones se integran en el Plan de Apoyos.
Hablar del final no es rendirse: es cuidar con coherencia y respeto. Estas conversaciones, como subrayaba Raúl Vaca:
“Las conversaciones nacen del vínculo y permiten cuidar con coherencia hasta el final”
Pasar de la teoría a la vida diaria
La ACP no es una lista de tareas, sino una nueva mirada y una forma de relacionarse. Estas diez claves ofrecen un mapa práctico para avanzar hacia una atención más humana, donde cada gesto cotidiano contribuye a preservar la identidad, el bienestar y los vínculos de las personas mayores.
Como recordó el webinar, “las relaciones no son un añadido: son el cuidado en su máxima expresión”. Y es en esos pequeños gestos (una mirada, una palabra, un detalle que respeta quién es la persona) donde la ACP se hace real.
Este artículo se inspira en el webinar “De la teoría a la práctica: 10 pasos para aplicar la Atención Centrada en la Persona”, organizado por Envita y Lares. Puedes ver la grabación completa y profundizar en su aplicación práctica aquí.



