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Una de las inquietudes más comunes que podemos tener cuando se necesitan cuidados de larga duración es “¿quién velará porque se cumplan mis deseos en mis últimos momentos?” Además, suele ser una conversación difícil de abordar que se prefiere no tener, muchas veces por prejuicios adquiridos o resistencias culturales heredadas. 

Hablar del final no es rendirse. Es prepararse. Es tener el valor de decir: “Así quiero que me cuiden en caso de que más adelante no pueda explicarlo con palabras”. En muchas conversaciones cotidianas, el tema de cómo queremos ser cuidados o recordados en el tramo final de la vida apenas aparece. Y sin embargo, ¡qué diferente sería todo si pudiéramos hablarlo con naturalidad, sin miedo, sin prisas! 

Cuidar es también permitir elegir 

La etapa final de la vida no debería ser un terreno de decisiones improvisadas. Puede ser un espacio de afirmación de la identidad, de expresión de deseos y de reconciliación con la vida. 

No se trata solo de tratamientos médicos o instrucciones clínicas. Se trata de cómo queremos que nos miren, nos acompañen y nos recuerden. Se trata de decir: “Quiero estar cerca de esta música, de esta persona, de estos objetos cotidianos, de esta luz que entra por la ventana”. A veces, un gesto tan sencillo es lo que define cómo queremos ser cuidados.

En Envita, entendemos las voluntades anticipadas como un derecho afectivo, no solo legal. Una oportunidad para cuidar desde el vínculo, la escucha y el respeto a la biografía de cada persona. Como exploramos en “Cuando cuidar es escuchar: claves del modelo de Atención Centrada en la Persona”, la planificación anticipada empieza precisamente por saber escuchar: descubrir qué es importante para cada persona antes de que las decisiones sean urgentes.

Decidir con tiempo es vivir con tranquilidad 

Hablar de cómo queremos que sean los cuidados cuando no podamos decidirlo por nosotros/as mismo/as, es también dar serenidad a nuestras familias y a quienes estarán cerca.  Les evitamos la carga de tener que adivinar nuestros deseos en un momento de dolor, y les ofrecemos la tranquilidad de saber que están honrando lo que decidimos en vida.

Estas conversaciones también transforman el modo en que otros viven el final de la vida. Porque cuando una persona se despide habiendo sido escuchada, su ausencia deja menos preguntas y más gratitud. 

Como señalamos en “Conversaciones genuinas: el poder de hablar de lo que importa”, dar espacio a los temas difíciles con naturalidad puede ser profundamente liberador y fortalecer los vínculos más importantes.

Los miedos también necesitan espacio 

En la recta final, pueden surgir preguntas profundas: “¿He dejado algo sin cerrar? ¿Cómo será ese último momento? ¿Seguiré siendo yo aunque ya no pueda comunicarme?” 

Crear espacios para hablar de esto no es un acto morboso, sino profundamente humano. Desde Envita ofrecemos herramientas que ayudan a conversar sobre lo verdaderamente importante: el sentido de la vida, el vínculo con los demás y la forma de decir adiós.

Nuestras cartas conversacionales, libros de vida o planes de apoyos al proyecto de vida… no son meros documentos, sino vehículos para construir significado, también en lo referente a las decisiones futuras. Recursos para que  la persona y sus allegados puedan, simple y llanamente, vivir de forma plena y consciente el tiempo que le quede. 

Como exploramos en “Por qué debemos hablar de la muerte”, normalizar estas conversaciones nos ayuda a reconciliarnos con el final y a vivir con mayor profundidad el presente.

“Es sólo cuando realmente sabemos y entendemos que tenemos un tiempo limitado en la Tierra… que entonces comenzará a vivir cada día al máximo, como si fuera el único que teníamos”. (Elisabeth Kübler-Ross)

Hablar del final es hablar del amor 

En Envita creemos que cuidar es acompañar la historia, los valores y los deseos de la persona, especialmente en el final de la vida. 

Cada persona tiene derecho a ser recordada con su propia voz. Y acompañarla para que esa voz se exprese, incluso en el silencio, es el mayor acto de buen trato. Porque hablar del final, en el fondo, es hablar del amor. 

Planificar no es anticipar la muerte. Es honrar la vida. Y porque la dignidad no tiene fecha de caducidad, cada conversación que abrimos sobre el final es, en el fondo, una forma de cuidar mejor. 

¿Cómo empezar estas conversaciones?

En Envita acompañamos a centros, profesionales y familias a integrar la planificación anticipada en los cuidados en residencias y centros de día, facilitando conversaciones que pongan en el centro la biografía, identidad y valores de cada persona.

Contáctanos si quieres saber más sobre cómo aplicar nuestra metodología para cuidar con sentido, también cuando se trata de hablar del final de la vida.

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